viernes, 20 de febrero de 2015



Renault levantó el jueves al fin la cabeza tras un accidentado inicio de pretemporada en Jerez. Le costó media mañana, pero al final tanto Ricciardo como Verstappen, el Red Bull y el Toro Rosso, pudieron apretar el propulsor y superar el medio centenar de vueltas. Daniel hasta marcó el tercer mejor crono del día a medio segundo de Maldonado y Räikkönen. Pero esto sabe a poco. Esto ya lo tenían el año pasado cuando ganaron tres carreras y apenas rascaron el poderío de Mercedes. Están como entonces, o peor, porque Williams sigue delante y ellos entienden que Ferrari también. No parece que hayan logrado el salto que esperaban y esto ha removido la sede de Viry. Las tensiones entre ambas partes son palpables. Por una parte la fábrica gala ha ido perdiendo personal los últimos años y el fichaje del experimentado Mario Illien como consultor es una muestra de que necesitan empuje en la unidad de potencia. Por otra, no pocas áreas internas de Renault desean hacer ya su propio camino de nuevo y volver a convertirse en escudería propia, fabricar su chasis y ser constructor. Y no pocas áreas de Red Bull verían con malos ojos terminar su vinculación con los galos tras cuatro años gloriosos (2010-2013), ya que según dicen, cada vez piden más mando en plaza ahora que el estricto Adrian Newey ha dado un paso lateral en el día a día del equipo. Por encima, Dietrich Mateschitz, el dueño de todo, empieza a dudar de la continuidad del proyecto tras una década y ha retomado sus habituales contactos con el Grupo Volkswagen y en concreto con Audi. Siempre ha querido vender una parte de la gestión, o buscar colaboración el algún gigante para aligerar el peso económico de dos escuderías, pero ahora la oferta habría sido completa: 300 millones por el equipo, a lo que Audi, parte del grupo, habría respondido con un rotundo ‘no’. Por una parte, el equipo no vale eso, lo vale la puesta en marcha y el ‘knowhow’ de cómo hacer correr un coche, y por otra Ferdinand Piëch, que sigue en el consejo de vigilancia del grupo, es un acérrimo antiF1 y enemigo clásico de Bernie Ecclestone.

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